Mentiría si dijese que adaptarse a una nueva ciudad es fácil. Mentiría si dijese que tener a tu pareja a tu lado evita cualquier problema que te pueda surgir. Mentiría si dijese que esto no me ha cambiado.
Llegué, hace dos meses, a un país nuevo, en el que me esperaba una familia nueva a la que no conocía pero iba a tener que convivir con ellos. Un país donde no conocía absolutamente a nadie, a excepción de mi pareja, y donde a la fuerza tendría que forjar nuevas amistades.
«Soy una persona muy abierta, esto a mi no me va a costar» o «ya he pasado por esta situación anteriormente» eran las frases que yo me repetía constantemente, y pensando que todo sería fácil me encontré con la dura realidad.
A pesar de hacer nuevas amistades, a pesar de tener a la persona que más quiero a mi lado, a pesar de estar en una familia acogedora, fui sumergiéndome en un espiral de negatividad del que no sabía ni cómo había entrado, ni tampoco cómo iba a salir. Y me perdí.
Dentro de tanto llanto desesperado, dentro de la incertidumbre de no saber por qué estaba mal aunque todo me estuviese yendo bien, ahí me quedé. Magnificando pequeños puntos negativos, pequeños baches que en mi camino se convirtieron en enormes montañas perdí la visión de todo lo positivo que estaba viviendo, te cuánto realmente estaba aprovechando esta experiencia y, a la vez, de cuanto la estaba desaprovechando centrándome en aspectos negativos.
Entré en el espiral de decir «me aburro» las 24 horas del día, 7 días a la semana sin ser capaz de pensar qué hacer por no aburrirme. Y este espiral de aburrimiento y tristeza fue creciendo de mí hacía los demás. Afectando especialmente a una persona, y a mi relación con él. Y sin saberlo llegué a entristecer a la persona que más felicidad me ha transmitido jamás.
He chocado con una pared de realidad que me ha bajado inmediatamente de la nube en la que vivía, «todo es fácil si tienes alguien que te quiere» mentira. Todo es más complicado, y hay que esforzarse el doble. Por ti y por él. Y ahí tienes la motivación de salir de este espiral negativo. Por ti, por él.
Mentiría si dijese que no evito hablar con mis padres para que no me pregunten cómo estoy, porque volvería a mentir diciéndoles que estoy feliz. O quizás no mentiría, porque estoy feliz, el problema es que con tanto cambio tan veloz no logro sentirlo.